viernes, 1 de agosto de 2014

30-07-2014 Pasando el dia en Aveiro

Los rayos del sol se filtran a través de las cortinas de nuestra alcoba y ahi veo que es momento de proceder a despertar a mi tierna Dulcinea y a tal labor encauzó mis fuerzas, encomendándole a todos los santos de este y del otro mundo, porque conocidos ya los tengo sus despertares. Sugiriéndole cosas amorosas logro salir indemne de tal encomienda. Una vez desayunados encaminamos nuestros pasos hacia el punto de información donde una tierna manceba con unos ojos azules igual que los de su madre, nos explica las bondades de la ciudad. Rica en iglesias, abadías y museos pero nuestros gustos con el día soleado que se nos presenta le preguntamos por entretenimientos menos didácticos y más mundanos. Ilustrados que las playas están a 8 kilómetros de la ciudad en busca de nuestro buen Rocinante volvemos, al cual montamos y poniéndole rumbo a poniente a buen paso le llevamos. Avistamos el cartel de Costanova y procedemos a descabalgar del rocín, dejarlo a buena sombra y bien protegido, para ir en busca de las playas de blanca y fina arena, que a través de hermosas dunas encontramos al otro lado. El sol empieza apretar y en tal guisa lo mejor es despojarse de vestimentas para ponerse las prendas de bañarse. Quién dijo bañarse, el agua no es que este húmeda y con poco calor, helada es como estaba, pobres golondrinos mios que se juntaban los dos con miedo y empequeñecidos para darse calor y eso que este narrador es del centro de Bilbao, pero nuestros mares mejores virtudes tienen para cosa del baño que los de estos lares de los lusitanos. Así que repuestos con una buena dosis de sol, que de eso abundaba, fui de búsqueda y exploración por estos arenales de una buena cantina donde refrescar el gaznate y avituallar a la panza, que los que me conocen ya saben que no es de borraja de lo que esta tan llena. Ubicado un chiringuito avisar a mi Dulcinea corrí, bueno correr no seria cierto, sino mas bien a paso despacio y recreando la vista fui. Hay señor como correr con tanto calor y con lo que mis ojos veian. A cada paso cada vez mas se preguntaban mis entendederas como se pueden hacer las enaguas de mujer tan pequeñas y a la vez dividan perfectamente en dos mitades exactamente iguales las partes traseras de las mancebas, tal hecho si que merece monumento por ser arte visual lo real, no como otros en los que hay que imaginar que será lo que sea. Así que una vez llevada mi amada Dulcinea para que se refresque y quite el hambre procedimos a tomar el sol entre cafecito y cerveza. Cansados ya de tanta playa, sol y calentura volvimos en busca de nuestro bienamado rocinante, que donde lo dejamos lo encontrarmos. Calbalgados en la montura pusimos rumbo a Aveiro, conocida como la Venecia portuguesa por sus canales, así que cambiamos de montura, a Rocinante por una góndola que ha diferencia con sus parientes las italianas estás van empujadas por motor de gasolina y tienen mayor capacidad de pasajeros. 8 eureles por cabeza nos cobro el molineiro que así llama por estas tierras al barquero por el paseo de una hora por los canales y la explicación que el hombre se gastó, paseo que fue grato y provechoso por lo que al saber aportó. Dándonos ya las horas en que una persona debe alimentarse por la noche encontramos en la parte vieja un mesón que era especialidad en franceshinas, un plato típico de estas tierras portuguesas, así que mesonero por favor, tenga a bien de ponernos una por persona con jarrita de cerveza que la acompañe en el camino hacia la barriga que ha de llenar. En mi vida he comido yo algo que a simple vista parece poca cosa y como cada vez te va llenando mas, a mi de verdad que nunca me ha pasado, si alguna lectora le ocurrió es que tal vez fue franceshina lo que comió. Una vez bien pacidos mi Dulcinea y servidor para los aposentos nos fuimos por las tranquilas calles de esta ciudad conocida como Aveiro. Mañana será otro día y lo que acontezca les será relatado a mis fieles lectores. Siento dejarles con la miel en la boca pero es que Dulcinea me reclama y quien es el osado que se atreve hacerse de rogar ante sus encantos. CONTINUARA...

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