domingo, 3 de agosto de 2014

1-08-2014 Continuamos ruta hacia Sintra

Mi bella Dulcinea con su habitual modo de despertar a este humilde narrador con sus dos palabras cariñosas donde las hubiera:"levantate ya" procedo a desperezar mi cuerpo y mi mente acostumbrarla al entorno reinante. Desayunados y bien llena la barriga recogemos nuestros bártulos y pertenencias que procedemos a cargar a Rocinante, abonamos cuenta y factura a la simpática mesonera de la cual nos despedimos y cogemos camino a Sintra. Un cartel llama mi atencion y hacia donde indica ordeno a Rocinante enfilar, llegados a tal villa de nombre curioso por si mismo llamado Vagos hacemos retrato del cartel de entrada para que no se pierda en los tiempos futuros y conste en los archivos de este viaje. Caminamos por caminos rápidos y bien asfaltados llegamos Nazaret, ruego al lector no confunda este con aquel otro que en las tierras palestinas se ubica. Nazaret ciudad con interminables playas de fina arena y gentes de todo los pueblos de las tierra se hallan con mucho viajeros de otras naciones, paseamos por el camino a orilla de la mar hasta su final donde una vez terminado entre calles y callejuelas andamos buscando lugar donde comer y beber porque las horas se echan encima y las tripas comienzan a mendigar. Encontramos mesón donde frango asado con patatas y ensalada regado con cerveza y finalmente un cafetín nos sirve la atenta mesonera que por todo y lo de los dos 15 eureles nos afloja del peso de la bolsa. A sabiendas que hay un funicular que nos sube a la parte alta de la ciudad procedemos a tomar también mediante aflojamiento de 2,40 por cabeza nos sitúa arriba donde hay bellas vistas, así como el santuario de la señora de Nazaret para visitar por un precio baldío. Apretando ya las horas y teniendo camino que recorrer a buscar a nuestro buen Rocinante vamos, encabalgados y por carreteras terciarias al lado de la costa tomamos para disfrutar del entorno y de paisaje,vemos grandes molinos que gracias a mi corrección de vista no confundo con gigantes. Pasamos por la ciudad de Obidos con su espectacular ciudad amurallada interior que por ser las horas que eran dejamos para visitar en viajes futuros. Según nos acercamos a nuestro destino el navegador de Rocinante que se queda sin fuerza ni vida a seis kilómetros de nuestro hostal que teníamos para pecnortar, así que mas perdidos que un burro en un supermercado procedemos a preguntar, habida cuenta de lo lejos y difícil del lugar con cuestas y caminos de solo una dirección a vistamos donde repostan las caballerías, al repostero le rogamos nos deje donde meter la clavija del artefacto rutero para así poder encontrar nuestro destino. Amablemente nos deja cargarlo y en un mapa que el tenia nos marca por donde debemos de ir para tener buen fin. Por fin arrivamos a a la hosteria Sao Miguel Guest House que una casa típica de la zona es, donde una amable doncella nos recibe y nos atiende enseñandonos cuarto y casa. Como en el lugar donde repostamos habiamos llenado el buche y cansados de tanto trajin procedemos acomodarnos a pasar la noche en buen cuarto y mejor cama. Hasta aquí les puedo narrar porque de lo demás cuando la alcoba se torno negra mi dama no me deja narrar. Así que pasen sus mercedes buen día y mañana continuaremos con esta historia de nuestro relato.

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